Va de retiradas


– Érase una vez que se era un trovador de enorme talento para contar realidades sin un verso de más, para hacer entrevistas sin preguntas de menos y una habilidad para ganarse respetos y odios a partes iguales…

– Y, papá… ¿Tú eras de los que le quería o de los que le odiaba?

– Es difícil no querer o por lo menos tener cariño a alguién que cuenta tantas realidades, siempre con integridad, durante tantos años…

– ¿Y quién era el trovador?

– En realidad, esta historia son dos historias… que empiezan igual pero acaban distinto. Una muy lejos… y otra muy cerca.

– ¿Y cómo me vas contar dos historias?

– Con dificultad, hijo, con dificultad… que me gustan los estrenos difíciles… La primera, la de lejos, habla de un trovador que tras muchos años de trabajo, la mayoría en la sombra, consiguió el éxito cantando realidades con métricas de verosimilitud y por ello fue recompensando con 25 años de oídos atentos.

– ¿Y la segunda?

– Es parecida… Tras, cantar las noticias a diario con su rostro descubierto, dejó que su voz fuera nuestra única compañera y durante veinte años sus cantos nos despertaron… a veces, eran tristes, a veces alegres, pero siempre veraces e integros.

– ¿Y qué pasó con ellos? Es que esto no avanza… ¿Cuando se los comen los dragones?

– Al primero nunca… porque allí, en los países lejanos, a pesar de tener 77 años y una larga carrera, o tal vez por ello, despiden a los trovadores como se debe. Con su mejor  canción. Por ello, en la retirada de The Larry King show estuvieron varios reyes, antiguos y actuales (Obama y Clinton), diferentes cortesanos y un montón de trovadores para cantar el te echaremos de menos.

– ¿Y al segundo? ¡A este si que se lo comieron! ¡Venga cuéntamelo!

– En realidad, no sé si fue un dragón o el apetito de un rey oscuro, llamemosle Berlusconi I de la Mediaset…

– ¿Y qué le hizo? ¿Le encerró y le quitó el amor de su hija, la bella princesa?

– Algo parecido… Cerro el castillo donde los trovadores se habían resguardado de la fragmentación televisiva y así le impidió que cantara las canciones de realidad sin un verso de más, que hicera las entrevistas sin preguntas de menos y se siguiera ganando respetos y odios a partes iguales…

– ¿Y cómo termina esta historia?

– Hijo… sólo puede terminar de una formar, cantando el Iñaki Gabilondo te echaremos de menos.

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